La incoherencia de lo coherente
lunes, 14 de marzo de 2011
El ángel de espadas (o de copas)
Este señor que veis tan sonriente en la foto de aquí arriba es Ángel Espadas y era tercero en las listas del PP para las elecciones municipales de Santiago. Hoy ha sido noticia por haberse quedado dormido en un semáforo de madrugada, más pedo que Alfredo. Un dato impactante si tenemos sobre todo en cuenta que, para denunciar el exceso de consumo de alcohol (y otras sustancias) de ésta nuestra juventud, se infiltró en un grupo de jóvenes que hacían botellón allá por octubre del 2008. Publicó su azaña En El Correo Gallego y explicó que "había "mucha gente vomitando y al borde del coma etílico, liándose porros en las escalinatas ante la pasividad de los policías, que en ningún momento se acercaron a recriminarles su comportamiento". Quizá fue esa experiencia la que lo traumatizó y le hizo darse a la bebida, entrando en un círculo vicioso que culminó esta madrugada. Probablemente no, pero el caso es que verse tras en esa penosa situación, ha decidido renunciar a su cargo. Ha hecho algo coherente al menos.
Esta "anécdota" da fe de la doble moral que nos rodea y no sólo en los medios de comunicación (lo más criticado normalmente). La política es un nido absoluto de cinismo desaforado. El mismo PP que critica, por ejemplo, la prohibición de los toros en Cataluña, es el mismo que promovió la misma en Canarias hace unos cuantos años. Y esto es sólo un ejemplo, pero no hace falta mirar mucho más allá para encontrar otros varios. Os invito a los que leáis esto a plasmar alguno más aquí debajo. Gracias de antemano.
lunes, 28 de febrero de 2011
El poder de la televisión
Se habla mucho estos días de Patricia Pardo. Quizá de primeras su nombre no diga mucho, pero si concretamos y decimos que es la reportera que ha ayudado a que el conocido como "Caso Mari Luz" se resuelva, la cosa cambia.
Gracias a la presión psicológica ejercida por Nacho Abad y a la labor de la reportera de "El programa de Ana Rosa", Isabel García, mujer de Santiago del Valle, afirmaba el viernes pasado ante las cámaras que su marido se había "cargado" a Mari Luz. Así, el poder de la televisión conseguía algo que la policía no había sido capaz de logra en los tres años que llevaba abierto el caso: una confesión contundente, un testimonio esclarecedor y un giro de tuerca definitivo que ponía punto y final a una historia absolutamente escabrosa.
Pero lejos de alabar la labor del programa o de la propia reportera, son varios los medios que se rasgan las vestiduras y ponen el grito en el cielo, acusando a los responsables de la esperada confesión de "secuestrar a una demente" y de hasta casi coaccionarla para lograr su posterior confesión en directo. Como si eso fuera algo previsible, o Ana Rosa tuviera ya de antemano la verdad absoluta sobre el caso. La versión digital de "El mundo" hace de su artículo "Cuando todo vale por una exclusiva" un claro ejemplo de ello estos injustificados ataques. La profesionalidad de Patricia Pardo y su calidad humana se ponen en tela de juicio al pedirle al cámara que siga grabando cuando Isabel le ruega entre sollozos y quejidos que deje de hacerlo. Puede ser criticable, pero es totalmente comprensible y cualquier periodista que busque informar debería haberlo hecho. ¿De qué otra forma podría demostrar si no la reportera la autenticidad del testimonio? ¿Qué habría ocurrido si en el directo Isabel se desdice de lo confesado durante la publicidad? Que Patricia se habría quedado con el culo al aire y quizá, Isabel libre. Más vale prevenir.
El trasfondo de todo esto es la doble moral que subyace en la profesión periodística. Como ha dicho Ana Rosa en su programa, ellos dieron la noticia que a todos les hubiese gustado dar. Y claro está que todas las críticas por parte del resto de medios vienen provocadas por la más absoluta de las envidias. El Mundo se jacta de hacer periodismo serio y critica la telebasura, pero escribe algo "nuevo" sobre Belén Esteban cada dos por tres. ¿Por qué? Porque tiene tirón. Luego Pedro Jota niega si quiera conocerla y ale, se lavan la cara y todos contentos.
El caso es que para rizar el rizo del caso, (y con esto termino), esa misma justicia que ha sido incapaz de conseguir el definitivo testimonio de Isabel García, va a investigar a Telecinco y al propio programa por "el modo y forma en que Isabel García fue conducida de Sevilla a Madrid y con posterioridad a dependencias policiales". Esto tiene pinta de pataleta. Y así nos va.
Gracias a la presión psicológica ejercida por Nacho Abad y a la labor de la reportera de "El programa de Ana Rosa", Isabel García, mujer de Santiago del Valle, afirmaba el viernes pasado ante las cámaras que su marido se había "cargado" a Mari Luz. Así, el poder de la televisión conseguía algo que la policía no había sido capaz de logra en los tres años que llevaba abierto el caso: una confesión contundente, un testimonio esclarecedor y un giro de tuerca definitivo que ponía punto y final a una historia absolutamente escabrosa.
Pero lejos de alabar la labor del programa o de la propia reportera, son varios los medios que se rasgan las vestiduras y ponen el grito en el cielo, acusando a los responsables de la esperada confesión de "secuestrar a una demente" y de hasta casi coaccionarla para lograr su posterior confesión en directo. Como si eso fuera algo previsible, o Ana Rosa tuviera ya de antemano la verdad absoluta sobre el caso. La versión digital de "El mundo" hace de su artículo "Cuando todo vale por una exclusiva" un claro ejemplo de ello estos injustificados ataques. La profesionalidad de Patricia Pardo y su calidad humana se ponen en tela de juicio al pedirle al cámara que siga grabando cuando Isabel le ruega entre sollozos y quejidos que deje de hacerlo. Puede ser criticable, pero es totalmente comprensible y cualquier periodista que busque informar debería haberlo hecho. ¿De qué otra forma podría demostrar si no la reportera la autenticidad del testimonio? ¿Qué habría ocurrido si en el directo Isabel se desdice de lo confesado durante la publicidad? Que Patricia se habría quedado con el culo al aire y quizá, Isabel libre. Más vale prevenir.
El trasfondo de todo esto es la doble moral que subyace en la profesión periodística. Como ha dicho Ana Rosa en su programa, ellos dieron la noticia que a todos les hubiese gustado dar. Y claro está que todas las críticas por parte del resto de medios vienen provocadas por la más absoluta de las envidias. El Mundo se jacta de hacer periodismo serio y critica la telebasura, pero escribe algo "nuevo" sobre Belén Esteban cada dos por tres. ¿Por qué? Porque tiene tirón. Luego Pedro Jota niega si quiera conocerla y ale, se lavan la cara y todos contentos.
El caso es que para rizar el rizo del caso, (y con esto termino), esa misma justicia que ha sido incapaz de conseguir el definitivo testimonio de Isabel García, va a investigar a Telecinco y al propio programa por "el modo y forma en que Isabel García fue conducida de Sevilla a Madrid y con posterioridad a dependencias policiales". Esto tiene pinta de pataleta. Y así nos va.
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