Se habla mucho estos días de Patricia Pardo. Quizá de primeras su nombre no diga mucho, pero si concretamos y decimos que es la reportera que ha ayudado a que el conocido como "Caso Mari Luz" se resuelva, la cosa cambia.
Gracias a la presión psicológica ejercida por Nacho Abad y a la labor de la reportera de "El programa de Ana Rosa", Isabel García, mujer de Santiago del Valle, afirmaba el viernes pasado ante las cámaras que su marido se había "cargado" a Mari Luz. Así, el poder de la televisión conseguía algo que la policía no había sido capaz de logra en los tres años que llevaba abierto el caso: una confesión contundente, un testimonio esclarecedor y un giro de tuerca definitivo que ponía punto y final a una historia absolutamente escabrosa.
Pero lejos de alabar la labor del programa o de la propia reportera, son varios los medios que se rasgan las vestiduras y ponen el grito en el cielo, acusando a los responsables de la esperada confesión de "secuestrar a una demente" y de hasta casi coaccionarla para lograr su posterior confesión en directo. Como si eso fuera algo previsible, o Ana Rosa tuviera ya de antemano la verdad absoluta sobre el caso. La versión digital de "El mundo" hace de su artículo "Cuando todo vale por una exclusiva" un claro ejemplo de ello estos injustificados ataques. La profesionalidad de Patricia Pardo y su calidad humana se ponen en tela de juicio al pedirle al cámara que siga grabando cuando Isabel le ruega entre sollozos y quejidos que deje de hacerlo. Puede ser criticable, pero es totalmente comprensible y cualquier periodista que busque informar debería haberlo hecho. ¿De qué otra forma podría demostrar si no la reportera la autenticidad del testimonio? ¿Qué habría ocurrido si en el directo Isabel se desdice de lo confesado durante la publicidad? Que Patricia se habría quedado con el culo al aire y quizá, Isabel libre. Más vale prevenir.
El trasfondo de todo esto es la doble moral que subyace en la profesión periodística. Como ha dicho Ana Rosa en su programa, ellos dieron la noticia que a todos les hubiese gustado dar. Y claro está que todas las críticas por parte del resto de medios vienen provocadas por la más absoluta de las envidias. El Mundo se jacta de hacer periodismo serio y critica la telebasura, pero escribe algo "nuevo" sobre Belén Esteban cada dos por tres. ¿Por qué? Porque tiene tirón. Luego Pedro Jota niega si quiera conocerla y ale, se lavan la cara y todos contentos.
El caso es que para rizar el rizo del caso, (y con esto termino), esa misma justicia que ha sido incapaz de conseguir el definitivo testimonio de Isabel García, va a investigar a Telecinco y al propio programa por "el modo y forma en que Isabel García fue conducida de Sevilla a Madrid y con posterioridad a dependencias policiales". Esto tiene pinta de pataleta. Y así nos va.